lunes, 12 de noviembre de 2007
De nuestra historia
Prof. José Antonio Méndez
Mechitas1939@yahoo.com
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Continuando con nuestros recuerdos, situémonos en la década de los 40’s. Guatemala era tan tranquila que parecía que el tiempo se había detenido sobre nosotros. Los días transcurrían sin mayores eventualidades. El tráfico era escaso, la población permanecía en sus casas, sobre todo por las noches pues había muy poca vida nocturna, quizás uno que otro club, como el “Ciro’s”, el “Casa Blanca” y “El Gallito”; estos lugares eran frecuentados por los señores de la sociedad, los estudiantes universitarios y los obreros. Estos últimos frecuentaban “El Gallito.” A medio día, en las casas sonaba la marimba, con su Fox Trot y su Seis por Ocho, algunas melodías mexicanas de la época, Maria Bonita de Agustín Lara, corridos como Las Coronelas, Juan Charrasqueado y Solo Tú, las guitarras de Los Panchos y los chotís de los Churumbeles de España. A medio día, también, los parroquianos de “El Portal” en el Pasaje Rubio frente al Parque Central, se juntaban a tomar un “alipuz”, un trago de Ron Negrita con Coca Cola o a brindar con un octavo de Ranchero o San Miguel. Los cines se llenaban los sábados y domingos, las matinales dominicales exhibían hasta tres películas por Q0.25, los sábados era la hora de los jóvenes, los muchachos con sus novias, y las películas eran, ya sea de romance, con actores como Elizabeth Taylor, Robert Taylor, Silvia del Pinal y Maria Félix, y también buen cine argentino. Para los caballeros lo mejor eran las de “vaqueros” con Gary Cooper o Allan Lad. En esta Guatemala habia pocos restaurantes, la gente almorzaba o cenaba en casa. Los desayunos también eran familiares. De vez en cuando se iba a comer a un hotel o a uno de los restaurantes de moda. Los “patojos” patinábamos en el Parque Central o en el Parque Morazán del Barrio de Jocotenango, volábamos barriletes en los Campos del Roosevelt y montábamos potritos en los Potreros de Corona (hoy zona 6).
Recuerdo muy bien que, un día de tantos, quizás allá por 1948, íbamos caminando por el Parque Central con mi madrina Lucita. Al atravesar el Parque vimos a dos señores sentados en una de las bancas, lustrándose los zapatos. Uno de ellos se incorporó y quitándose el sombrero dijo “Señora, muy buenas tardes, que le vaya bien”, mi madrina inmediatamente me dijo, “Hijo, saluda al Presidente de Guatemala.” Este señor alto y bien parecido era nada menos que el Doctor Juan José Arévalo, presidente de la Republica. No vimos a ningún guardaespaldas, solamente a él y su compañero, indudablemente alguno de los ministros de Estado. Así era nuestra Guatemala. En las calles se veían muchos policías, todos muy bien vestidos con su uniforme de Guardias Civiles, estos eran muy atentos y educados, ayudaban a los ancianos a cruzar las calles, saludaban a los transeúntes y no portaban armas solamente un pequeño batón y su gorgorito. Los desfiles eran muy solemnes, para el 20 de Octubre cuando se conmemoraba la Revolución de 1944, el 30 de Junio Día del Ejercito, el 15 de Septiembre, etc. Las fiestas locales como el Corpus Christi y otras se celebraban en las iglesias con los consabidos puestos de comida típica (tamales, chuchitos, revolcado, arroz en leche, frijolitos, etc.), toda muy limpia y sabrosa, los deliciosos dulces artesanales (zapotillos, melcochitas, bocadillos, canillitas de leche, chilacayotes, etc., etc.) y los regalitos para los niños (rehiletes, barriletes, las peritas con miquitos, carritos de madera y muñequitas, los rosarios de dulce, etc.).
La peluquería más famosa y de “copete” era la “Londres”, allí se cortaban el pelo los señorones, los niños de “sociedad”, todos los “chancles” como les llamaban a los ricos y a los canches. El lustre de moda era en el Parque Centenario llamado “El Peladero”, con “El Cojo” o “El Zorro.” Por este parque desfilaban las lindas señoritas de esa época y los caballeros se sentaban a lo largo de la acera a contemplarlas y a chulearlas. Allí también se hablaba de política, y de los demás, por eso era “El Peladero.” Los mayores se sentaban en el parque por las tardes a leer “El Imparcial” y “La Hora” con los editoriales del Lic. Clemente Marroquín Rojas o de David Vela, y “Urnas del Tiempo” de León Aguilera. El paso por el Portal del Comercio era obligado, a lo largo había tiendas con mercadería de primera. Luego estaba la famosa y recordada “Sexta”, “sextear” era lo de la juventud, todas las tardes, conectar a la novia o al novio, hacer shopping (palabra gringa para los shopping centers de ahora, significa ver la mercadería, aunque no necesariamente comprar). Los almacenes famosos de la Sexta eran; El Cairo, La Ciudad de Paris, La Perla, La Paquetería y La Juguetería. Una sombrerería famosa era la de Don Oscar, gran amigo de mis tías, también “Rosemberg”. Para mí, lo mejor era Biener con sus juguetes fantásticos, Mecano para armar casi cualquier cosa, Tinker Toy, trenecitos eléctricos de todo tipo, soldaditos de plomo, indios y vaqueros de plástico, etc. También pasé días con la nariz pegada a la vitrina de la “Zapatería Nueva York” en la Sexta contemplando unas botitas “Comando” y que una Noche Buena recibí como mi mejor regalo. En la 8a. Calle se encontraba “La Barcelonesa” y allí compraba mis avioncitos y barquitos de madera para armar, también artículos deportivos. En la 9a. Avenida estaba Anker, allí mi abuela me compró mi primera bicicleta, en 1949.
Esta era pues la Guatemala de los 40’s. En las próximas siguientes elecciones presidenciales quedó el Coronel Jacobo Arbenz Guzmán, oriundo de Quetzaltenango. Se promulgó la Ley Agraria, se construyó la carretera al norte. El país seguía en calma, hasta 1954 cuando se dio la Guerra de La Liberacion. De esto hablaremos en la próxima edición.
Recuerdo muy bien que, un día de tantos, quizás allá por 1948, íbamos caminando por el Parque Central con mi madrina Lucita. Al atravesar el Parque vimos a dos señores sentados en una de las bancas, lustrándose los zapatos. Uno de ellos se incorporó y quitándose el sombrero dijo “Señora, muy buenas tardes, que le vaya bien”, mi madrina inmediatamente me dijo, “Hijo, saluda al Presidente de Guatemala.” Este señor alto y bien parecido era nada menos que el Doctor Juan José Arévalo, presidente de la Republica. No vimos a ningún guardaespaldas, solamente a él y su compañero, indudablemente alguno de los ministros de Estado. Así era nuestra Guatemala. En las calles se veían muchos policías, todos muy bien vestidos con su uniforme de Guardias Civiles, estos eran muy atentos y educados, ayudaban a los ancianos a cruzar las calles, saludaban a los transeúntes y no portaban armas solamente un pequeño batón y su gorgorito. Los desfiles eran muy solemnes, para el 20 de Octubre cuando se conmemoraba la Revolución de 1944, el 30 de Junio Día del Ejercito, el 15 de Septiembre, etc. Las fiestas locales como el Corpus Christi y otras se celebraban en las iglesias con los consabidos puestos de comida típica (tamales, chuchitos, revolcado, arroz en leche, frijolitos, etc.), toda muy limpia y sabrosa, los deliciosos dulces artesanales (zapotillos, melcochitas, bocadillos, canillitas de leche, chilacayotes, etc., etc.) y los regalitos para los niños (rehiletes, barriletes, las peritas con miquitos, carritos de madera y muñequitas, los rosarios de dulce, etc.).
La peluquería más famosa y de “copete” era la “Londres”, allí se cortaban el pelo los señorones, los niños de “sociedad”, todos los “chancles” como les llamaban a los ricos y a los canches. El lustre de moda era en el Parque Centenario llamado “El Peladero”, con “El Cojo” o “El Zorro.” Por este parque desfilaban las lindas señoritas de esa época y los caballeros se sentaban a lo largo de la acera a contemplarlas y a chulearlas. Allí también se hablaba de política, y de los demás, por eso era “El Peladero.” Los mayores se sentaban en el parque por las tardes a leer “El Imparcial” y “La Hora” con los editoriales del Lic. Clemente Marroquín Rojas o de David Vela, y “Urnas del Tiempo” de León Aguilera. El paso por el Portal del Comercio era obligado, a lo largo había tiendas con mercadería de primera. Luego estaba la famosa y recordada “Sexta”, “sextear” era lo de la juventud, todas las tardes, conectar a la novia o al novio, hacer shopping (palabra gringa para los shopping centers de ahora, significa ver la mercadería, aunque no necesariamente comprar). Los almacenes famosos de la Sexta eran; El Cairo, La Ciudad de Paris, La Perla, La Paquetería y La Juguetería. Una sombrerería famosa era la de Don Oscar, gran amigo de mis tías, también “Rosemberg”. Para mí, lo mejor era Biener con sus juguetes fantásticos, Mecano para armar casi cualquier cosa, Tinker Toy, trenecitos eléctricos de todo tipo, soldaditos de plomo, indios y vaqueros de plástico, etc. También pasé días con la nariz pegada a la vitrina de la “Zapatería Nueva York” en la Sexta contemplando unas botitas “Comando” y que una Noche Buena recibí como mi mejor regalo. En la 8a. Calle se encontraba “La Barcelonesa” y allí compraba mis avioncitos y barquitos de madera para armar, también artículos deportivos. En la 9a. Avenida estaba Anker, allí mi abuela me compró mi primera bicicleta, en 1949.
Esta era pues la Guatemala de los 40’s. En las próximas siguientes elecciones presidenciales quedó el Coronel Jacobo Arbenz Guzmán, oriundo de Quetzaltenango. Se promulgó la Ley Agraria, se construyó la carretera al norte. El país seguía en calma, hasta 1954 cuando se dio la Guerra de La Liberacion. De esto hablaremos en la próxima edición.
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