miércoles, 16 de septiembre de 2009

POR LOS CAMINOS DE MI TIERRA

Por los caminos de mi tierra


Prof. José Antonio Méndez

mechitas1939@yahoo.com


Pedimos disculpas, primero que todo, a nuestro distinguido amigo y productor de POLEMICA, caballero Rodolfo Custodio, luego, a nuestros amables y queridos lectores de nuestra columna “POR LOS CAMINOS DE MI TIERRA”, ya que estuvimos ausentes de esta magnífica revista durante algunos meses.
Esta vez, haremos una corta crónica, corta pues si comentamos todos los accidentes de este largo viaje, nos tomaría mucho espacio. Hace unas cuantas semanas fuimos invitados a viajar al Caserío San Marcos en el municipio de Dolores, Petén. Habría una boda la cual sería celebrada por el Rev. Padre Jorge Pittalis director del Colegio de Ecoturismo San Martín de Porres. Partimos, pues, a “lomo de picop (pick up)” por la carretera que lleva de la población de Dolores a la zona de Chiquibul, cercana a la frontera con Belice. El camino es de terracería, lo cual en estos lugares quiere decir, un “mal camino.” El picop iba dando saltos sobre cada bache lo cual sacudía nuestros pobres huesos y músculos sobretodo de la región glútea. Este año ha llovido poco en esta región del norte, así es que íbamos soplando y respirando grandes nubes de polvo. Acá hay muchos ríos, muchos de los cuales se vuelven caudalosos en el invierno. El primero que cruzamos y que ya tiene puente, es el Río Mopán; los Mopanes constituyen todavía una étnia, casi no reconocida en Guatemala, con sus costumbres propias y su propio idioma, el Mopán. Cruzamos varias aldeas y caseríos (un caserío es un grupo de habitaciones, muy pequeño y con una población muy pequeña también), y varios pequeños arroyos. Los caseríos de Secul Abajo, Finca La Esmeralda, la cual está constituida por retornados de la guerra interna en Guatemala (retornados del Sur de la República Mejicana), San Lucas y finalmente San Marcos. Don Tilo, petenero de cepa y miembro de la comuna municipal de Dolores, nos hizo la delicia del viaje con sus pintorescas anécdotas acerca de su juventud en estos parajes. Según nos contaba, mientras se bamboleaba en la palangana del ingrato transporte, esta zona fue zona de explotación chiclera y estaba poblada por una espesa selva virgen. Don Tilo, nos comentaba, a las hermanitas de la comunidad de Dolores y a nosotros, sobre su tristeza al observar la depredación de estos antiguos bosques. Tomamos fotografías para documentar la práctica conocida como “slash and burn” que quiere decir cortar y quemar, práctica que se está llevando a cabo a todo lo largo del camino. Según nos cuentan, cierto diputado del Congreso Nacional, ha comprado una gran extensión de tierra y está pagando a campesinos para que boten y quemen la montaña con el fin de habilitar las tierras para pasto de ganado. Realmente, da pena observar los restos de árboles cercenados, los penachos de cocoteros que se yerguen en medio del fuego que consume la tierra y los restos de madera. Es un espectáculo desolador que da un sentimiento de tristeza, pena y nostalgia. Nosotros todavía pudimos ver las selvas milenarias de Petén en los años 60 y 70s.
Dos horas y media más tarde estábamos entrando al caserío. Una multitud de gente se concentraba alrededor de la pequeña iglesia católica del lugar. Toda le gente lucía sus mejores galas y los niños y niñas corrían por todas partes. Nuestro transporte se apiadó de nosotros y nos depositó en tierra firma, oh, qué sabroso poder estirar nuestra adoloridas extremidades y espalda. Una pequeñísima tienda dispensaba aguas gaseosas y bombones. La iglesita estaba empacada de gente, con un grupo musical que tocaba música algo desafinadas para acompañar la misa. Nuestro amigo Marquito nos invitó a visitar su casa, a unos pasos del centro del lugar. Nos refrescamos un tanto y luego nos volvimos a la iglesia. No se podía entrar y Father George, como le decimos cariñosamente, ya estaba celebrando la ceremonia. Los jóvenes contrayentes eran una preciosa pareja, muy sencillamente ataviados y la novia en espera de sus primer bebé.
Al terminar la ceremonia se tomaron las fotografías del caso, a los novios, a los padrinos, de los cuales dos eran Don tilo y su señora esposa. Después nos dirigimos a la casa de otro amigo y alumno del Colegio San Martín, en Dolores, Ramón, el cual nos había invitado a degustar un sencillo almuerzo. Fuimos servidos de un caldito espeso con alitas de pollo y suficiente chile criollo, tortillas y una deliciosa Coca Cola. En esta zona hay bastante calor así es que la frescura de la casa de Ramón nos resultó muy agradable.
Teníamos que volver pues Father George debía estar de vuelta en Dolores para la misa del domingo por la noche. Renegando, subimos al picop y nos acomodamos lo mejor que pudimos. Pronto estábamos brincando sobre los baches y peinados de la terracería. Volvimos a ver la destrucción de nuestros bosques, espectáculo que se repite a lo largo y ancho del país. Esto nos hace convertirnos en ecologistas, esperando poder protestar por la depredación de nuestra riqueza natural. Cruzamos las aldeas y caseríos, los ríos y arroyos, para estar de vuelta en Dolores ya entrada la tarde. Compartimos algunos chistes con el grupo los cuales fueron disfrutados especialmente por las simpáticas hermanitas religiosas. Don Tilo volvió a deleitarnos con sus historias sobre sus aventuras en los tiempos en que Dolores, y Petén, eran parte de nuestra fauna y flora autóctona.
Como siempre, les seguimos invitando a visitarnos, ¿talvez un fin de semana? Hay mucho que ver y disfrutar, la vida acá no es cara sabiendo utilizar el dinero que puedan traer. Nada les faltará aquí, solamente el bullicio y la contaminación de la gran Ciudad y las carreras por llegar temprano a sus destinos. Vengan a PETÉN, ¡no se arrepentirán!