sábado, 3 de julio de 2021

 


3 de julio, fecha trágica para Guatemala

 

J. Rodolfo Custodio G.

Revista La Esfera (3 de julio de 2021)

 

Hoy es un día que debería ser declarado como “día de duelo nacional” porque se quebrantó al digno gobierno liderado por el Coronel Jacobo Árbenz Guzmán, Quetzalteco (con mayúscula) y ganador absoluto de las elecciones que sucedieron al Doctor Juan José Arévalo Bermejo como producto de la revolución del 20 de octubre de 1944.

 

Las reformas sociales que había realizado el Presidente Arbenz no fueron del agrado de los Estados Unidos porque, dentro de la época de la guerra fría, constituía una afrenta a las “democracias” que el imperio había implantado en toda América Latina.

 

1954 fue un año trágico para la dignidad guatemalteca porque varias naciones “hermanas” se unieron para invadirla y derrocar al gobierno legítimamente constituido.

 

Las tétricas y espeluznantes figuras de Trujillo en República Dominicana y Somoza en Nicaragua, más el “préstamo” de su territorio de parte de Honduras, dieron pie a una guerra cobarde y arrogante contra un gobierno desarmado, y un ejército pequeño y con pocos insumos bélicos.

 

La guerra, iniciada por medio de una radio “clandestina” que decía transmitir  “en un lugar secreto del territorio nacional” pero que en realidad estaba perfectamente montada en un país ajeno a Guatemala, con un transmisor potentísimo en onda corta, desprestigiaba al gobierno de Guatemala y anunciaba una invasión como jamás se había dado.

 

Desde Honduras se produjo la invasión, mientras que los aviones que despegaban del aeropuerto de Nicaragua, bombardeaban y ametrallaban ciertos puntos de Guatemala, principalmente su capital, lo que provocó un pánico colectivo que, junto a las amenazas radiales y al apoyo incondicional del Arzobispo metropolitano Mariano Rosell y Arellano, se convirtió aquella invasión en una “guerra santa” cuyo capitán general, nombrado por Rosell y Arellano, era el Señor de Esquipulas.

 

El 27 de junio, hace 67 años, las bombas comenzaron a estallar sobre la  ciudad de Guatemala y, según lo relató a un periódico internacional hace dos años el hijo de Jacobo, “ese día, fuerzas de Estados Unidos, apoyadas por varios gobiernos de Centroamérica y el Caribe, lanzaron su ofensiva final contra el gobierno de su padre, Jacobo Árbenz Guzmán, un militar progresista que había iniciado un movimiento de renovación ante la rampante pobreza de Guatemala.” (Lioman Lima - @liomanlima.   BBC News Mundo 27 junio 2019).

 

Unos días antes, el golpe de Estado había comenzado en la noche del 18 de junio de 1954, cuando casi 500 solados al mando de  Carlos Castillo Armas habían cruzado la frontera desde Honduras con un único objetivo: poner fin al gobierno de Árbenz.

 

Lo nefasto de este evento histórico es que, mientras el gobernante probo y patriota Jacobo Árbenz Guzmán, era desnudado y ofendido  públicamente en el aeropuerto La Aurora antes de su trágica partida al exilio, en el palacio nacional el invasor Carlos Castillo Armas, junto al embajador de los Estados Unidos de América, celebraban con gran fiestón, aquel acto de barbarie en que se profanó el territorio guatemalteco por invasores extranjeros y apoyados por los guatemaltecos que no comprendieron el alcance de semejante barbarie.

 

El resto es ya la tragedia, el latrocinio, los golpes de estado, los asesinatos y el atraso en que ahora permanece Guatemala.

Por eso, el 3 de julio es un aniversario de vergüenza y de maldad que debe recordarse por la traición y el disparo de armas de fuego extranjeras que profanaron el ara de la Patria.


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