viernes, 9 de octubre de 2020

 

Quiero compartirles este poema que escribí hoy inspirado por las viejas y venerables casas de mi linda Xelajú.

Casas viejas de Xelajú

Por J. Rodolfo Custodio G.


Casas antiguas,
casas viejas,
casas que son tan viejas
que en cada piedra
y en cada adobe
una historia se vislumbra,
una historia que deslumbra.

Casas de cien amores
de cien perdones
de cien promesas
de cien augurios
de cien desvelos
de cien lágrimas
de cien lutos.

Casas antiguas de mi Xelajú
donde la hiedra ha crecido
dejando cubiertas las cosas
que en su interior ocurrieron,
que en su exterior se vivieron,
que a la cuadra retumbaron.

Son testigos,
casas viejas,
de mil cosas de la vida.
Son los muros que vivieron
el paso de nuestros héroes,
de nuestros dignos obreros,
del erudito maestro,
del experto boticario,
del genial compositor,
del marimbista inspirado,
y del vate iluminado.
del policía que cuidaba
con respeto a sus vecinos
y los malos no pudieran
rebasar esos linderos.

Por sus ventanas abiertas
el oxígeno cruzaba
con sabor a pinabete
a los que enfermos estaban.
Y en la noche tan oscura
el amante se asomaba
y en tus muros, ¡oh! ventanas,
los amores más hermosos
de pasión se desbordaban.

Si he de admirar cosas viejas
las casonas de mi pueblo
serán siempre las primeras,
porque en ellas están impresas
las hazañas más valientes
y los llantos de unas damas
que frustradas no sabían
cómo enderezar su pena
por el amante perdido
que jamás regresaría.

Casas viejas,
dignas casas
que aún están sostenidas
por sus muros centenarios,
por sus cimientos de piedra,
por sus ventanas antiguas.

Si de algo he de admirarlas
lo haré por sus muros viejos
adornados con las canas
del musgo fresco y silente
que testigo fue por siempre
de la gran historia tuya.

Quetzaltenango, 9 de octubre de 2020.



0 comentarios: