sábado, 23 de marzo de 2024

 Harry’s corner

¿Cuál es la felicidad?

Harry Thomas Danvers*

 

D

e las formas multilaterales, que podemos aproximar esta pregunta, yo he tratado de reunirlas en dos categorías: material y espiritual.

   Tomando en cuenta lo primero, me recuerda algo que me contó un estudiante de español que estudió en mi escuela. Me explicó que era aficionado de los carros y una vez tenía la visión de tener un BMW y decidió hacerlo. Así empezó una austeridad que dominó su existencia por cinco años. Fue recompensado, cuando la agencia alemana entregó las llaves de un nuevo BMW... ¿Y cómo lo sintió?  Le pregunté y me contestó: decepcionado y por lo tanto un poco triste...

    Quiere decir que las metas materiales son capaces de realizarse, si se hace el sacrificio, pero cuando pasa de la necesidad básica a un lujo superfluo, la decepción es pronunciada porque intrínsecamente el individuo sabe que el exceso trae problemas repentinos e inesperados.

    Los países industrializados tienen el materialismo como su meta primordial y los países del tercer mundo están dispuestos a imitar la misma plegaria. Yo digo plegaria porque el individuo tiene una inclinación a caer en la decepción que poco no es nada y no hay fin de lo que es mucho. Esta crónica es dañina tanto para uno, como para la sociedad y seguramente no trae la felicidad.

    Con respecto a la espiritualidad, tenemos muchas religiones predicando la felicidad y cada uno cree en su forma de alcanzar este punto celestial, aquí en la tierra. Una muestra de esto, encontramos enormes estructuras, a través de los milenios y sigue en el día de hoy. Iglesias como la de Cash Luna o Lakeland de Dallas, Texas. Hay parqueos para cientos para los carros y asientos alfombrados. Pantallas gigantes que muestran a los predicadores como gigantes, en una forma de amplificar su santidad.  No me parece que esta sea una forma de la espiritualidad.

    Mi manera personal de pensar es buscar una localización completamente aislada de las cosas temporales, sin ruido y lleno de contemplación sincera.  De ahí puedo pensar en mi pasado, presente y el porvenir. Esto no tiene precio ni explicación, salvo que es la esencia de la felicidad.

 *El contenido y redacción obedecen exclusivamente al autor.

 

 

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