martes, 28 de marzo de 2023
HARRY’S CORNER
Las
palabras son colores
Harry
Thomas Danvers *
Sucede
que estoy bendecido con dos compañeros fieles para toda la vida: La escritura y
la pintura. La jornada con estas artes me ha enseñado
muchas aventuras intelectuales. Sus propiedades caminan hacia el
cielo, con distintas y parecidos elementos integrales. Esta
proporciona una tapicería imaginaria que me gustaría compartir.
Empecé como poeta a una edad temprana. Podemos decir la infancia. El
despego fue cuando mi mamá se enfermó y estaba en el hospital. Nosotros, los
niños, no fuimos permitidos a visitarla. Fue serio y mi papá tenía miedo de que
iba a morir. Tenía 8 o 9 años de edad y escribí mi primer poema. Era
en el estilo de verso libre y el lema era pasar desde la oscuridad hacia la
luz. No me recuerdo muy bien, pero mi papá lo llevó al hospital y mi Mamá
se recuperó. No sé si fue por la medicina o por mi poema, pero desde entonces,
seguí escribiendo.
En mi adolescencia, los poemas vinieron como rayos espontáneos y los
apuntaba como dirigido por un esfuerzo mágico. Los temas no eran
románticos para chicas, lo que era más común, sino
reflexiones de la naturaleza que me capturó. Estuve bien consciente que
las palabras tenían que tener un significado correspondiente a mi pensamiento.
Siempre incluía la rima. Todos estos poemas fueron guardados y solo mi Mama y
hermana pudieron leerlos. Esto fue porque fui deportista y un hombre que jugaba
fútbol americano, no escribía poemas.
No fue hasta que llegué a la universidad, que mi trabajo fue conocido y
aceptado. Fui designado editor de la revista literaria. Pero esto no era todo,
porque yo quería ampliar este talento para escribir la prosa.
Intenté, pero no tuve éxito hasta que llegué a Cuernavaca,
México. Allí conocí a mi compañera de vida. Era
bailarina clásica de Nueva York. Ella me preguntó ¿Qué quiere hacer en
la vida?...y yo le contesté -quiero ser
escritor- me dijo muy bien y empecé a
escribir la prosa.
Las palabras ahora tenían que ser descriptivas con la fuerza
adecuada para representar escenas bucólicas o espantosas. Siempre el fondo
fue la poesía que escribí antes y fue incluida en la prosa. No
creía, en ese tiempo, que las palabras, en realidad, eran colores.
Cuando ingresé a la Escuela Nacional de Artes Plásticas en la ciudad
de Guatemala, la clase era dibujo, bajo la dirección de Juan Antonio
Franco. No había colores, solo formas humanas. Muchos años después,
cuando pasamos a vivir a Quetzaltenango, empecé a pintar en colores
de óleo. Los temas fueron basados en los cuentos que escribí, sobre la
vida común en Guatemala y América Latina. El resultado fueron colores
descriptivos...de verdes profundos o café en tonos diferentes...Un azul,
como el horizonte, igual como fue capturado en un cuento que
escribí antes....Pero ahora no estuve escribiendo, sino pintando con
colores y no palabras. El sentido fue como el mismo rayo que me visitó cuando
empecé escribir poemas.
La creación es así. Es como uno va más allá de las
fronteras de este mundo. Es inexplicable, sereno y mágico, en su mezcla de
palabras y colores.
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*El tema y la redacción obedecen
exclusivamente a su autor.
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