miércoles, 20 de octubre de 2021
Para
conmemorar hoy
La
gloriosa gesta del 20 de octubre de 1944
Por J. Rodolfo Custodio G.
Revista Polémicaxela
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Después de
una larga tiranía que se prolongó de gobierno en gobierno por ciento veintitrés
años, a partir de la independencia de las provincias unidas de Centroamérica
del reino español, el primer rayo de luz iluminó a Guatemala el 20 de octubre
de 1944.
Las
tiranías habían agobiado al pueblo que vivía en pobreza y oscurantismo,
dominado principalmente por militares de alto rango del ejército y por la
religión católica que tenía el poder mayúsculo en toda la América invadida por
España, salvo en el tiempo del general Justo Rufino Barrios en que el
catolicismo perdió parte de sus muchas propiedades.
Liberales
y conservadores se jugaban el poder político y económico, mientras el pueblo
moría de inanición y de escasez hasta de lo indispensable. Solo había unas cuantas familias criollas con
todo el poder económico, la United Fruit Company y la Flota Blanca con las
mejores tierras y las exportaciones principales… y el resto de la población
estaba casi en la miseria, ni pensar en una clase media de la que no se hablaba
ni se conocía.
Para
ajuste de males, el mundo se debatía en la más terrible conflagración conocida
hasta la fecha, la segunda guerra mundial; y el poder del gobierno estaba, para
entonces, en manos del dictador Jorge Ubico Castañeda.
De repente
dos hechos se sucedieron con poco espacio de tiempo: la formación del partido político Frente
Popular Libertador que, en medio de la férrea dictadura ubiquista, era
imposible de pensar; y la desmilitarización de le Escuela Normal para Varones
que jugó un papel valiente y patriótico en la propia revolución.
Ubico
había renunciado y dejado el poder en manos de un militarote de igual cuño,
Federico Ponce Vaides, quien vio la oportunidad de perpetuarse en el poder,
pero aparecen las figuras del joven quetzalteco Jacobo Árbenz Guzmán (para
entonces de baja en el ejército), Enrique de León Aragón y Jorge Toriello
Garrido; y estudiantes universitarios encabezados por Mario Méndez Montenegro y
su hermano Julio César quien, después de muchos años y varias circunstancias,
llegó a ser presidente de la República en un período que distaba mucho de los
ideales revolucionarios.
Pero el 20
de octubre, se levantaron patriotas de todas los barrios de la capital, de
todos los oficios y edades y obtuvieron armas del ejército proporcionadas por los
dirigentes del movimiento, hasta llegar al propio Palacio Nacional donde
exigieron la renuncia de Ponce Vaides, quien mandó enarbolar una bandera blanca
en medio del fragor de los balazos que detonaban por toda la capital de
Guatemala.
Entonces
se instauró el legendario y patriótico triunvirato conformado por los militares
Jacobo Árbenz Guzmán y Francisco Javier Arana y por el ciudadano Jorge Toriello
Garrido. Terminó la cruenta lucha armada,
se entronizó la paz y se convocó a una Asamblea Nacional Constituyente que
redactó la famosa Constitución de 1945 que daba libertades jamás pensadas ni
vividas.
En cuatro
meses se instauró un gobierno formado por tres patriotas, se convocó y se
eligió una Asamblea Nacional Constituyente, se convocó a elecciones
presidenciales en las que triunfó el doctor Juan José Arévalo Bermejo y el 15
de marzo de 1945, tomaba posesión el primer gobierno revolucionario que realizó
una obra jamás vista y dejó el poder, después de seis años que era el período
presidencial, en manos del coronel Jacobo Árbenz Guzmán.
Lamentablemente
retornó del averno la venganza, el descontento de los poderosos y retomó el
poder político de nuevo la iglesia católica… y aquel sueño libertario dio al
traste con la invasión de mercenarios que instauraron el llamado gobierno de la
liberación.
Aquella
proeza patriótica -la del 20 de octubre de 1944- es la que conmemoramos hoy.
Esa, la hazaña digna del más limpio movimiento que registra la historia… esa, la realidad que las nuevas generaciones
no conocieron y que fue la reivindicación de los guatemaltecos que hasta la
fecha reciben los beneficios de los dos gobiernos que dio la Revolución de
Octubre de 1944.
Gloriosa
fecha y triste final diez años después, en 1954, que relegó a Guatemala a un
atraso y pérdida de sus mejores valores.
Por esa misma efemérides, es indispensable que los corruptos de ahora
dejen el poder y que la justicia social llegue a todos los sectores como el más
legítimo homenaje a aquellos hombres que soñaron y lucharon por darnos PATRIA.
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