sábado, 24 de julio de 2021
HARRY’S CORNER
El
problema existencial del cambio climático
Harry Thomas Danvers *
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*El tema, contenido y
enfoque corresponden exclusivamente a su autor.
sábado, 3 de julio de 2021
3
de julio, fecha trágica para Guatemala
J. Rodolfo Custodio G.
Revista La Esfera (3 de julio de 2021)
Hoy
es un día que debería ser declarado como “día de duelo nacional” porque se
quebrantó al digno gobierno liderado por el Coronel Jacobo Árbenz Guzmán, Quetzalteco
(con mayúscula) y ganador absoluto de las elecciones que sucedieron al Doctor
Juan José Arévalo Bermejo como producto de la revolución del 20 de octubre de
1944.
Las
reformas sociales que había realizado el Presidente Arbenz no fueron del agrado
de los Estados Unidos porque, dentro de la época de la guerra fría, constituía
una afrenta a las “democracias” que el imperio había implantado en toda América
Latina.
1954
fue un año trágico para la dignidad guatemalteca porque varias naciones
“hermanas” se unieron para invadirla y derrocar al gobierno legítimamente
constituido.
Las
tétricas y espeluznantes figuras de Trujillo en República Dominicana y Somoza
en Nicaragua, más el “préstamo” de su territorio de parte de Honduras, dieron
pie a una guerra cobarde y arrogante contra un gobierno desarmado, y un
ejército pequeño y con pocos insumos bélicos.
La
guerra, iniciada por medio de una radio “clandestina” que decía transmitir “en un lugar secreto del territorio nacional”
pero que en realidad estaba perfectamente montada en un país ajeno a Guatemala,
con un transmisor potentísimo en onda corta, desprestigiaba al gobierno de
Guatemala y anunciaba una invasión como jamás se había dado.
Desde
Honduras se produjo la invasión, mientras que los aviones que despegaban del
aeropuerto de Nicaragua, bombardeaban y ametrallaban ciertos puntos de
Guatemala, principalmente su capital, lo que provocó un pánico colectivo que,
junto a las amenazas radiales y al apoyo incondicional del Arzobispo
metropolitano Mariano Rosell y Arellano, se convirtió aquella invasión en una
“guerra santa” cuyo capitán general, nombrado por Rosell y Arellano, era el
Señor de Esquipulas.
El
27 de junio, hace 67 años, las bombas comenzaron a estallar sobre la ciudad de Guatemala y, según lo relató a un
periódico internacional hace dos años el hijo de Jacobo, “ese día, fuerzas de
Estados Unidos, apoyadas por varios gobiernos de Centroamérica y el Caribe,
lanzaron su ofensiva final contra el gobierno de su padre, Jacobo Árbenz
Guzmán, un militar progresista que había iniciado un movimiento de renovación
ante la rampante pobreza de Guatemala.” (Lioman Lima - @liomanlima. BBC News Mundo 27 junio 2019).
Unos días antes, el golpe de Estado había comenzado en la
noche del 18 de junio de 1954, cuando casi 500 solados al mando de Carlos Castillo Armas habían cruzado la
frontera desde Honduras con un único objetivo: poner fin al gobierno de Árbenz.
Lo nefasto de este evento histórico es que, mientras el
gobernante probo y patriota Jacobo Árbenz Guzmán, era desnudado y ofendido públicamente en el aeropuerto La Aurora antes
de su trágica partida al exilio, en el palacio nacional el invasor Carlos
Castillo Armas, junto al embajador de los Estados Unidos de América, celebraban
con gran fiestón, aquel acto de barbarie en que se profanó el territorio
guatemalteco por invasores extranjeros y apoyados por los guatemaltecos que no comprendieron
el alcance de semejante barbarie.
El resto es ya la tragedia, el latrocinio, los golpes de
estado, los asesinatos y el atraso en que ahora permanece Guatemala.
Por eso, el 3 de julio es un aniversario de vergüenza y de
maldad que debe recordarse por la traición y el disparo de armas de fuego
extranjeras que profanaron el ara de la Patria.