jueves, 29 de enero de 2009
DE NUESTRA PATRIA
Así como en ocasiones anteriores, me permito pedir disculpas a nuestro apreciado y fino editor Rodolfito Custodio, por mi ausencia de letras durante los meses pasados. Esto obedeció a algunos problemitas de índole personal los cuales afectaron mi disponibilidad para escribir. Pero, aquí estamos, con nuevos bríos y a las puertas de este nuevo Año del Señor de 2009.
Ayer, precisamente, nos trasladamos a un precioso lugar a la orilla del Gran Lago Petén-Itzá, en la ribera oriental. San Miguel o San Miguelito como yo le llamó pues es un lugar muy pequeño, es una península, lugar fundado por los Itzáes (Tah-Itzá o Tayasal). Recordemos que Petén no fue sometido a la corona española sino ya casi a finales del siglo XVII (circa 1697). Probablemente esta ciudad o asentamiento existió previo a la llegada de estos Itzáes.
San Miguelito es un lugar muy tranquilo apropiado para cualquier persona que desee huir del bullicio de la gran ciudad o dedicarse a escribir un libro o simplemente venir a descansar (o a tomar el mal llamado “relax” la cual es solamente una palabra inglesa). Más de una docena de embarcaciones, lanchas de unos 15 pies de eslora con motores de hasta 15 caballos (HP) circulan por el Lago y están dispuesto a pasarnos por Q1.50 durante el día y Q3.00 por la noche hasta las 9 o 10, luego el pasaje cuesta Q5.00. Los lancheros o “bogas” son hombres experimentados conocedores de las agua del gran Petén-Itzá, conducen sus lanchas con pericia y muy despacio por lo cual cada travesía es un verdadero paseo. Las aguas del lago se mantienen en calma excepto cuando hace mucho viento del norte o lluvia en exceso. En la población solamente hay dos o tres “tiendecitas” de las de antes donde se puede comprar pan, gaseosas, bananos, fósforos y cigarros (¿cerveza también?). Las calles son de balastro con abundante piedra caliza y muchos marranitos, grandes y pequeños, los cuales deambulan por las mismas en busca de alimento. En la parte baja frente al Lago se encuentran los embarcaderos y depende a donde nos dirijamos, así los bogas nos depositan cerca de nuestro destino, a veces cobrando hasta Q2.00.
Estamos viviendo en casa de Don Osman y Doña Lucky, ambos grandes personas, de mucha simpatía y finura así como su hijita Andreita. Nuestra casa es de lo más cómoda con habitaciones amplias y frescas y muy limpias. Hay una total tranquilidad pues solamente llegan vehículos ocasionalmente, los cuales vienen de Flores o lugares circunvecinos trayendo mercancías o transportando a los vecinos. Hay una entrada y salida a partir de la carretera que viene de Santa Elena pasando por un bello hotel turístico llamado “Villa Maya” en la orilla del Lago Petexbatún, una pequeña porción de agua donde se encuentran peces y hasta lagartos. Pero la mayoría de los habitantes y visitantes de San Miguelito cruzamos vía acuática.
Ricardo, gran amigo y conocedor de las cercanías nos cuenta del Mirador, desde donde se divisa parte del Lago. También nos cuenta que se hallan ruinas y despojos arqueológicos por doquier siendo éste un antiquísimo sitio ocupado por quien sabe que tribus de la rama de los Mayas. Antiguamente debe haber estado cubierto por un a densa vegetación, una selva, lastimosamente la misma mano del hombre ha ido destruyendo esta naturaleza y ahora solamente una parte ha sido dedicada como área protegida. Ricardo nos cuenta que hay unos seis monos aulladores que quedaron en las alturas de este poblado y se puede escuchar su rugido a la distancia, él tiene fotografías de estos primates tan simpáticos.
Pensamos instalar algún negocio en este lugar, probablemente una escuela de idiomas (inglés, francés y español) pues hay muchos jóvenes y señoritas que están interesados en aprender sobretodo el inglés, con miras a obtener un buen trabajo en este departamento el cual depende casi exclusivamente del turismo extranjero (y también nacional). Hay solamente unos dos restaurantes, uno es el de “Doña Marta” donde podemos degustar la famosa y ya casi extinta “carne de monte” o sea de venado o de tepezcuintle. Estos animalitos han sido prácticamente eliminados de la selva la cual ha sido su hábitat natural, los cazadores ambiciosos e inescrupulosos así como ignorantes se han dedicado a diezmar estos especimenes que antes fueron parte de la gloria de nuestro Petén (también se encontraban en la Costa Sur y allí también fueron estúpidamente cazados sin ningún control ni miramiento). El Petén aún conserva su encanto y atractivo, hemos decidido vivir acá y disfrutar de su naturaleza y sobretodo de su preciosa gente hombres y mujeres valientes y decididos y muy hospitalarios y cariñosos. Este lugar nos ofrece un “manjar natural” a cada vuelta de la esquina; ruinas arqueológicas, selvas frondosas, animalitos exóticos, caminos de aventura, ríos caudalosos y lagos de encanto.
Sabemos que muchas personas prefieren ir al extranjero y visitar lugares artificiales como Disneylandia o Epcot Center donde se les muestran cosas artificiales incluyendo paseos por ríos y lagos y vistas de animales capturados de otros lugares. El costo de un viaje a esos lugares sobretodo cuando viaja toda una familia es exorbitante para nuestras limitaciones. Sin embargo, venir a El Petén es muy económico, hay precios al alcance de todos los bolsillos. ¡El viaje es de solamente 7 horas en automóvil! y de 9 horas en autobús cómodo. En avión solamente toma 30 minutos pero es más caro. Los hoteles, hay cantidad y de todas las tarifas imaginables tanto en la Isla de Flores como en Santa Elena y San Benito, así como en muchos otros poblados del departamento. Vienen turistas de todas partes, gente que ya se aburrió de ver palacios y museos y de asistir a conciertos y festivales, y de ver nieve por todo lados.
Así pues, decídase a venir, ¡y a disfrutar de este bello lugar!
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