miércoles, 15 de junio de 2011

EL TIEMPO SE DETUVO EN QUETZALTENANGO

TEMA CENTRAL



El tiempo se detuvo en Quetzaltenango

J. Rodolfo Custodio G.
Revista POLEMICA XELA

Al apuntar esta observación, quisiéramos referirnos con toda el alma, a que los tiempos de antaño están vigentes en la Ciudad maravillosa de Quetzaltenango; que todo lo que pasa en la sociedad actual no penetra a los linderos ciudadanos sino que se va fuera a otras latitudes.
Lamentablemente aquello no es así. La Ciudad actual sufre, igual que todas las demás de la República de Guatemala, de una violencia incontrolable que se posesiona de sus inmuebles, de sus calles y de sus valles; una sociedad enviciada, hostil y mal educada que ha venido a corromper las buenas costumbres y la alegría de vivir que en el pasado se disfrutaba en esta un poco metrópoli, un poco finca rodeada de cerros y volcanes de los inicios y mediados del siglo veinte.
El poeta Alberto Velázquez, que amó tanto a Quetzaltenango, concibió su nacimiento entre campanas solemnes y arrullos de pájaros; y sentenció proféticamente que “Tú permanecerás (mientras los déspotas/ que te humillaron solo son cenizas),/ bajo la exultación de las campanas/ y la algazara de los clarineros. Tu permanecerás, tierra de gozo,/ fértil en frutos y fecundo en niños,/ con el arco de alianza en las alturas.” (Poema Canto a Xelajú).
Quetzaltenango era una Ciudad con “algo de india y mucho de española” como la catalogó también el poeta Carlos Wyld Ospina. Romántica, hermosa, campirana, amable; pero, a la vez, valiente y llena de hombres de empresa que la convirtieron en la ciudad más importante de la República, con exportadores e importadores y con una industria pujante.

Puede decirse que nuestra Ciudad fue el paraíso de escritores, músicos y poetas que primero triunfaron aquí para luego partir hacia la Capital y después a recorrer el mundo, como ocurrió con muchos grandes hombres.
¿Qué ha tenido Quetzaltenango dentro de sus entrañas para atraer a tantas personas ilustres y honradas? ¿Qué química se produce aquí como para iluminar la mente y sensibilizar el corazón de las personas?
Pero desafortunadamente estas bellezas que fueron patrimoniales hasta la mitad del siglo veinte, han mermado ostensiblemente y la transculturización de una sociedad sin sentimientos ni propósitos, amante del dinero y de las comodidades, se ha engarzado con fieras pezuñas y está dando al traste con la pureza del sentimiento chivo.
En fin, el tiempo sigue su marcha, y la razón del presente reportaje es demostrar cómo aquellos relojes antañones, históricos, maravillosos que mantuvieron informada a la población y a los visitantes, de la hora exacta a través del dulce sonido de sus campanas, se ha callado para siempre ante la mirada indiferente e irresponsable de las autoridades que los han dejado como mudos testigos de su ineptitud e irresponsabilidad.
Ciudades cultas como Londes, no ha dejado de cuidar y darle mantenimiento al “Big ben” que soportó los embates de los horrendos bombardeos de la segunda guerra mundial por los nazis. Y el reloj sigue allí, marcando el tiempo, dando la hora cada quince minutos y haciendo sonar sus solemnes campanadas que se escuchan en todo el mundo, tradicionalmente, desde las audiciones de la BBC de Londres.
Sí. Los relojes forman parte del más puro patrimonio de los pueblos y son verdaderos íconos que identifican casi con vida propia los sitios donde están fijados.
Forman parte del paisaje, pues por regla general, están en torres o torretas altas y, además, sus campanadas hacen vibrar los corazones y correr a las amas de casa como a los comerciantes a quienes indican que deben aprovechar el tiempo para que la lluvia no los atrase.
¡Ya van a ser las diez! ¡Ya es medio día, hay qué darle gracias a Dios! Son expresiones que suelen escucharse en los lugares donde los relojes públicos hacen sonar sus campanas.
En la villa de Chiantla está funcionando aún un viejo reloj histórico y único, ya que repite la hora por medio de sus campanas. Suenan una vez y al minuto vuelven a sonar, por si las personas no contaron bien las campanadas. Por eso, aquel querido Maestro de tantas generaciones licenciado don Roberto Calderón Gordillo, oriundo de Huehuetenango, cuando uno de sus alumnos le pedía que repitiera la explicación porque no la había comprendido, serio pero bromista respondía ¿Acaso soy reloj de Chiantla, pues?
Pero en Quetzaltenango, ciudad conservadora y amante de sus costumbres, tradiciones e infraestructura, ha ocurrido todo lo contrario, los relojes históricos se han ido arruinando y, para las autoridades, ha sido más fácil dejarlos que se acaben, en vez de repararlos.
Cuántos -ahora ancianos- quisieran volver a escuchar las dulces campanadas del reloj del INVO. Otros más, medicos y enfermeras retiradas, darían lo que fuera a cambio de volver a escuchar el tañir de las campanas del reloj del que fuera Hospital General de Occidente... y miles daríamos el corazón para que las campanas del reloj de la Casa de la Cultura volviera a trabajar y sus dulces y sonoras campanitas retornaran marcándonos el tiempo.
Pero pareciera que el abandono de aquellas piezas preciosas los ha dañado permanentemente, salvo que alguna autoridad municipal se propusiera mandarlos a reparar, quizás cambiándole algunas piezas, pero haciendo que vuelvan a tomar vida y a acelerar el corazón de los quetzaltecos que añoramos aquellos tiempos en que, junto a los “pitos” de la Industria Licorera Quetzalteca y la fábrica Mont Blanc, así como de las campanas de la Catedral, volvieran a darle la bienvenida a cada mañana, solemnizaran el medio día y despidieran al sol con sus solemnes, agradables y románticos sonidos... aquellos que nos enseñaron la vida de diferente manera, con costumbres buenas y con apego a la moral y la urbanidad; los que no manchábamos ni las paredes ni las mesas y que diariamente, junto a nuestros padres, comentábamos la hora por el aviso de los relojes públicos que hora callaron pero que podrían retornar con buena voluntad y amor al terruño
Creemos en Quetzaltenango, repetimos el verso del poeta, y decimos: “Tú permanecerás -mientras los déspotas que te humillaron solo son cenizas- bajo la exaltación de las campanas y la algazara de los clarineros...”

TEMPLO MORMÓN




Templo Mormón
Aporte al ornato e importancia citadina


Por: J. Rodolfo Custodio G.

Debe reconocerse el aporte que representa para el ornato de la ciudad de Quetzaltenango, el edificio donde se instalará en breve la Iglesia mormona.
La construcción está ubicada en un pequeño cerro que se levanta en la explanada de los campos conocidos como “Los Cerezos”, al occidente de la metrópoli altense.
La magnífica construcción tiene una torre donde se colocó un ángel heraldo llamado Moroni, aparentemente con baño de oro y que luce majestuoso a toda hora del día y la noche, ya que están instalando una iluminación profesional que permitirá una vista nocturna espectacular.
La ubicación está estudiada de forma tal, que se puede observar desde cualquier punto de la Ciudad.