lunes, 16 de junio de 2008

POR LOS CAMINOS DE MI TIERRA

“Ya en el Norte”
Petén, el tesoro de su gente

Prof. José Antonio Méndez
mechitas1939@yahoo.com

Hablemos un poco de la gente de Petén. Se dice, y con sobrada razón, que lo mejor de un país es su gente; no tanto las bellezas naturales o las grandes riquezas de un país, como lo pregonan los mercaderes del turismo. Es su gente, esta es su verdadera cultura. Su lenguaje, su manera o modo de hablar, sus costumbres, su idiosincrasia, etc. Imaginémonos un lago de Atitlán sin gente a su alrededor, sería tan frío como una isleta del Antártico. ¿Podría usted visualizar una Antigua Guatemala, un Panajachel o una Isla de Flores en Petén, sin su gente? ¿No nos daría miedo?

Estamos por comenzar a estudiar la historia de estas regiones del norte, Petén y sus áreas adyacentes incluyendo sus fronteras con México y Belice. Después de la conquista por los españoles de los pueblos Itzáes de la Isla de Petén Itzá y sus alrededores en el Siglo XVII, siendo estos pueblos los últimos en someterse al capitán español Arismendi. Por supuesto esto con el ya consabido engaño y pretexto de una conversión religiosa de aquellos “pueblos salvajes.” Posiblemente, posterior a esto, hubo una migración de pueblos fronterizos de la Península de Yucatán y de Belice. Creemos que así fue cómo se fue formando la población de Petén.
De manera que podemos ver distintos tipos étnicos en estos poblados. Por las calles de las ciudades de Petén podemos notar morenitos y morenitas, mestizos, gente de piel blanca, etc. Especialmente las aldeas y comunidades encontramos descendientes de gentes de oriente del país, de jutiapa y chiquimula. Estas son ya terceras o cuartas generaciones, descendientes de emigrantes que llegaron a Petén desde los años 20 y 30. El acento o “cantadito” de nuestra gente petenera se asemeja al acento oriental sobretodo en los y las jóvenes. Si vamos a la zona de Poptún, a Dolores por ejemplo, oiremos hablar con un acento muy particular sobretodo con la boca muy cerrada. En el área central este acento es distinto diferente. Aquí oímos hablar con mayor soltura y con una elevación acentuada hacia abajo.
En cuanto a la cultura de Petén, habiendo sido este departamento, tan grande y tan hermoso y rico, abandonado por tantos años, durante la Colonia y durante todas y cada una de las posteriores administraciones. Pareciera como si nadie se hubiese interesado realmente por este lugar tan prometedor. Solamente oíamos del famoso “chicle” y su explotación por compañías extranjeras como la “Adams.” Nadie sospechaba que por debajo ya se había comenzado la depredación de las selvas peteneras y el saqueo de los sitios arqueológicos. Si alguna vez usted querido lector conoció las selvas de las riveras de los Ríos Pasión, Salinas y Usumacinta, se sorprenderá de ver la terrible, ingrata y malvada depredación que aquellas han sufrido. ¡Se ha botado la “montaña” para crear nada menos que potreros! La vocación de Petén jamás hubiese sido ganadera, sus tierras no son aptas para una explotación agrícola intensiva. La arqueología que heredamos de esa gran civilización Maya, sus bellos templos, su arte y epigrafía y su cosmovisión hubiesen sido suficientes para hacer de este departamento un destino de interés mundial. Respecto a los Mayas, tan vilipendiados e incomprendidos, aún por los mismos eruditos y estudiosos de este país, esta gente ya tenía una cultura adelantadísima y riquísima en cultura mientras la gran Europa se debatía en guerras tribales con sus pueblos salvajes.
A este respecto, hemos tenido la oportunidad de leer algunos tratados interesantes acerca de las guerras que azotaban los territorios europeos desde los Siglos II A.E.C. (Antes de la Era Cristiana). Las tribus gálicas y germánicas, como los Aeduis, los Helvetas, los Belgas, los Alanos y los Arvernirs, bajo el mando de jefes tribales salvajes o semisalvajes como Arcingetorix o Mhorbain, se masacraban mutuamente, mientras nuestros Mayas construían palacios, templos y también guerreaban para conquistar ciudades y nuevos territorios.
Así pues, queridos amigos y amigas, si solamente ustedes han visitado Miami, Epcot Center, Wahington o Universal Studios en Los Ángeles, porqué no se dan una vueltecita por estas tierras. Vengan a disfrutar de la Ciudad de Flores en la preciosa Isla de Petén Itzá, Tikal con sus bellos e imponentes templos, El Mirador y su gran pirámide de La Danta, Cancuén y sus misteriosos palacios, pero sobretodo, vengan a conocer a su bella gente, trabajadora y esforzada, afable y hospitalaria, simpática y hermosa. Podrán degustar un delicioso pescado blanco del Lago en “A Bordo Restaurant” con una de las mejores cocinas de Flores, visitarán el “Café Doña Vita” y saborearán su delicioso café y pasteles, observarán una caída de sol sobre el lago desde el “Malecón” o tomarán un delicioso y económico desayuno en “El Mirador” en el Parque Central, con vista al Lago.
Mientras le tenemos por acá, piense en un merecido descanso por estos láres. El pasaje no es caro, puede viajar por “Línea Dorada” donde los y las de la tercera edad y los menores solamente pagan la mitad del valor del pasaje. Hay un magnífico servicio de transporte por medio de los famosos Tuc-Tucs, moto taxis también llamados “Toritos”, por cinco quetzales usted podrá trasladarse a lo ancho y largo en las tres ciudades de Santa Elena, San Benito y Flores. ¿En cuanto a alojamiento? Hay de todo, desde hotelitos “mochileros” hasta los de cuatro y cinco estrellas. También hay casas de huéspedes con precios muy cómodos. El clima es agradable aunque en los meses de marzo, abril y mayo la temperatura sube mucho.
Por las noches leemos un poco y podemos meditar frente a la hermosa creación de Dios en nuestro propio país, ¡y darle gracias por habernos permitido venir a Petén! Como decía Pancho Beltranena en sus antiguas columnas de Prensa Libre – ¡Hasta la próxima!